How perfect...

jueves, 30 de octubre de 2014


Créditos de la imagen: PaolaZakimi ©  en http://storybird.com/

El ruido de la ciudad no me deja escuchar la melodía de la lluvia golpeando mi paraguas
Google images

Y los puestos de arepas, pizza, perfumes y alcantarillas se roban el olor a tierra mojada.

Lugares para pensar

sábado, 4 de enero de 2014

Todo lo que hacemos tiene una razón, que muchas veces no es consciente hasta que pensamos sobre ella. Y son innumerables los espacios en los que podemos pensar sobre cualquier cosa: la vida, la muerte (temas cliché), lo que hicimos o dejamos de hacer y por supuesto, soñar despiertos siendo los protagonistas de nuestra propia película (de lo cual escribiré en una próxima entrada).

En mi caso personal, hay tres lugares de mi casa en los que pienso bastante (bueno, reflexiono, porque se supone que pienso todo el tiempo). Estos lugares se acompañan de una atmósfera de acciones repetitivas que me permiten divagar y divagar hasta que tengo tan buenas ideas como hacer un blog sobre mis opiniones en diversos temas.

He aquí los lugares:

Baño
El baño es un lugar un tanto delicado para describir, en fin, lo dejaré todo a la imaginación del lector.


Lavadero
El lavadero me encanta, porque en mi casa el sol se asoma sobre éste y tomo un baño de sol mientras pienso (sí claro, y mientras lavo si no, qué más haría parada frente al lavadero...), además empiezo a ver que es bueno que no tenga lavadora porque así tengo asegurada por lo menos una hora de conversación conmigo misma a la semana.

Cocina (principalmente al lavar la loza, aunque cocinar también aporta grandes ideas)
Lo mismo pasa en la cocina. Ahora tengo más responsabilidades y debo lavar la loza todos los días, así que es más tiempo en este espacio (o bueno, trato). Cuando cocino las cosas varían porque una cosa es lavar los platos y otra picar la cebolla y estar pendiente de que el chocolate no se riegue (aunque casi siempre pasa).

Lo que me parece más interesante de estos lugares es que en ellos casi nunca estoy acompañada, esto me hace creer en que la soledad bien puede hacer de cualquier espacio un buen lugar para pensar; lo que no significa que en lugares concurridos uno no pueda tener interesantes conversaciones (e incluso discusiones) con uno mismo, lo que me sucede de vez en cuando en el transmilenio...

Adorable...
Sí, hay mejores lugares para este tipo de conversaciones, pero hay que intentar aprovechar el tiempo de nuestras vidas que perdemos en el transporte.

Lo único que me gustaría mejorar de tan provechosas disertaciones en estos lugares, es que hay ocasiones en que las ideas son tan geniales, pero la memoria tan traicionera, que con un parpadeo se va una tesis doctoral en psicología, antropología o filosofía, o incluso la solución al hambre mundial o a los problemas educativos. 

Es en estos momentos de pérdida de ideas en los que desearía tener dos amigos: un ingeniero y un neurólogo que inventen una máquina que grabe todos los pensamientos y los traduzca en forma de texto o audio, así ya no perdería tan buenas ideas e incluso podría procesarlas hasta perfeccionarlas. Si alguno de ustedes, mis lectores, conocen a dos personas así, no duden en contarles la idea a ver qué pasa, quizá ellos encuentren el remedio a esta situación mientras están lavando la loza o doblando la ropa recién planchada...

Si quieren contarme en qué lugares les gusta reflexionar sobre estos temas (porque no creo que sea la única loca que lo haga) o las maravillosas ideas que han tenido luego de discutir con ustedes mismos, no duden en dejar sus comentarios y opinar.